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Hecho por Alejandro Caruso

jueves, 25 de marzo de 2010

Axl versión '90 en 2010

Los Guns N Roses, en la continuación de la gira sudamericana del Chinese Democracy World Tour, tocaron ante 45 mil personas que colmaron el estadio de Vélez, tras 17 años de su última visita.


Finalmente la espera llegó a su fin y GNR volvió a presentarse en un escenario de Argentina luego de diecisiete años. Muy distinta era la banda por aquel entonces y muy distinto era el lugar ya que en 1993 fue la cancha de River Plate y en 2010 el estadio de Vélez Sarsfield. Lo único que se mantiene intacto es el alto ego de su líder, que se notó que cuando él lo dispone puede ser el rockstar que fue admirado por sus gritos agudos y corridas de un lado al otro del escenario. La edad no le pesa, todavía sirve y tiene gran presencia.
Realmente lo que se presentó en el José Amalfitani fue Axl Rose como solista, acompañados de unos músicos que ocupaban el lugar de Guns N Roses, solamente por pertenecer a una marca, dado con seguridad a que el mayor porcentaje de personas que asistieron al concierto lo hicieron simplemente por el vocalista, por eso se oyó mucho más el “olé, olé, olé, Axl, Axl”, que el mítico “Guns and Roses, Guns and Roses”.
Lo que rotundamente no se escuchó durante la primera hora de concierto, es decir los primeros diez temas, fue la voz de Axl. Se hacía muy complicado oírlo entonar sus letras, era tapado por la banda como si no se hubiese probado el sonido. Además se lo notaba displiscente y lento, más allá de la mayoría de kilogramos en exceso que posee su cuerpo desde su última visita.
Todo cambió desde que pasó algo que en realidad no cambió, como fue la actitud de la gente. El punto de inflexión fue cuando el público, harto de no escuchar la histeria de los gritos de Axl, comenzó a arrojar botellas y objetos contundentes al escenario desde el campo, cada vez con más frecuencia a medida que avanzaban los temas. Así el frontman llamó al traductor para amenazar con que se iban a ir a su casa. Una película ya vista en el concierto de River en 1992. Luego de un segundo intento, aparentemente el Señor Rose entendió el mensaje y modificó su actitud de manera radical. Ahí si comenzaron sus tonos agudos, a los que pudo llegar y demostró que si se lo propone conserva su forma implacable de cantar y moverse sobre la plataforma, de un lado a otro, a toda velocidad, como en sus mejores tiempos. Y finalmente tuvo la ovación que se merecía, por demostrar lo que todos querían ver.
Cambió su vestimenta a lo largo del concierto. Primero salió con sombrero, lentes, saco y camisa negra. Siguió con camisa rosa de mangas largas y su clásica bandana roja, después un saco bordó y para los bises, apareció con sombrero de cowboy blanco. Faltaron los boxers ajustados y la pollera escocesa, algo que su nueva geometría le impide estéticamente hablando.
Con un sonido más industrial y distorsionado los nuevos integrantes DJ Ashba, Bumblefoot, Richard Fortus, Stinson, Pittman y Ferrer, tuvieron su debut de fuego con el público local. Esta nueva versión no está mejorada, pero también sería injusto crucificarla porque la esencia es completamente diferente. Estos nuevos Guns ya no tienen el hard rock puro y poco les queda de glam, los tiempos y el mercado cambian y si bien Axl no supo adecuarse al mismo, se notó que intenta plasmar con su banda es su gusto alternativo. Lógicamente los temas suenan bastante diferente aunque siguen conservando su mística, pero los yeites y riffs de Slash eran divididos entre dos o incluso los tres violeros, que se turnaban según las canciones, dándoles cada uno su forma que poco respeta el estilo del hombre de galera. Pese a ello sonaron bien y más allá de alguna pifia, que puede pasar, cumplieron un buen espectáculo. La única pregunta que queda por hacerse es si Ashba es DJ, ¿por qué demonios toca la guitarra?
En total fueron 22 temas de variada intensidad, en la extensa lista del recital que duró poco más de dos horas y media, con tres solos de guitarra (uno por cada miembro de la banda) y dos de piano. Sorpresivamente hicieron canciones que no habían realizado a lo largo de la gira, lo que valoriza aún más al recital. Grandes éxitos propios como Don’t Cry, Out Ta Get Me y Patience; y el cover de Pink Floyd, la primera parte de Another Brick In The Wall. Otra curiosidad fue que más allá que presentaban su último trabajo discográfico, hicieron más temas de Apettite For Destruction: ocho del primer cd contra seis del último.
El concierto arrancó dos horas después de lo previsto. Rumores más, rumores vienen, a las 23 10 el escenario quedó a oscuras y una intro tentadora llenó de adrenalina a los presentes hasta que sonaron los primeros acordes de Chinese Democracy, paralelos a la primera explosón de fuegos artificiales de la noche.
Mientras afuera la gente que no pudo ingresar a la cancha, por tener entradas falsificadas o directamente no poseerlas, se enfrentaba con la policía e incendiaba un árbol, adentro el segundo tema que sonaba era Welcome To The Jungle, seguido por otros dos de Apettite, It’s So Easy y Mr. Brownstone.
Luego llegarían Sorry, Better (el tema que peor sonó en la noche, con una guitarra completamente irritada por Ashba), Live and Let Die (antecedido por el solo de Fortus), If the World, Rocket Queen y Streets of Dreams. En estos dos últimos una tormenta de botellas y proyectiles cayó sobre el escenario y dio un giro por completo del concierto.
La mejor parte de la historia empezó con You Could Be Mine (sin solo de batería), Sweet Child (previo solo de DJ Ashba), Another Brick In The Wall, November Rain (con una intro de Axl Rose en el piano), en el cual volvió la old school de los encendedores.
Antes de los bises tocaron el solo de la Pantera Rosa de Bumblefoot, Don’t Cry, Out Ta Get Me, Knockin’ On Heaven Doors y Nightrain.
Para el encore quedaron Madagascar, Whole Lotta Rosie (cover de AC/DC), Patience y el himno final como indica la trayectoria, el cierre a cargo de Paradise City, con un Axl que se colgó una bandera argentina y regaló su silbato al campo.
Hubo un excelente espectáculo con fuegos artificiales, explosiones, chispas y llamaradas de fuego sobre el escenario que parecía diminuto en comparación a los que se acostumbraba a ver en los Guns, con una pantalla a cada lado del escenario y una en el fondo del mismo, mientras había otras mas finas con imágenes en movimiento. También hubo incidentes adentro y afuera del estadio, amenaza de suspensión, marca registrada y esencia gunner de verdad. Y hubo descontrol del público en cada canción vieja, final con papelitos rojos en Paradise City y locura. Mucha locura, el día que Axl llegó a sus tonos de los noventa. Ahora sí, bienvenidos a la jungla.

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