Buscá en este blog

Hecho por Alejandro Caruso

lunes, 21 de febrero de 2011

Los Juegos de la oscuridad aria


Los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, Alemania, fueron utilizados por Adolf Hitler, Führer y Canciller del Tercer Reich, para la expansión de la propaganda nazi hacia el mundo y, leal a su ideología, para demostrar la superioridad de la raza aria sobre la negra, que a pesar de ello, tuvo a la mayor figura deportiva de la competencia: el atleta estadounidense James Jesse Owens, que ganó cuatro medallas doradas.
Pese a la derrota deportiva que sufrieron, los planes de Hitler no salieron del todo mal, ya que estos JJ.OO. fueron los primeros televisados para toda la ciudad y los pioneros en ser transmitidos por radio al resto del planeta, algo que el Führer supo usar para propagar las imágenes y sentimientos del partido nacionalsocialista. Mientras más masivos eran, el mundo tenía mas contacto con su régimen fascista.
Las autoridades vieron correctamente a los Juegos como a una puesta en escena que les serviría para demostrarle a los demás países la imponencia política de Alemania por sobre el resto, ya que consideraron que habían encontrado su propio modelo de desarrollo y modernización. Así la incesable promoción nazi del ministro de propaganda, Joseph Goebbels, no se detuvo durante los dieciséis días que duró la cita.
El periodista estadounidense William Schirer, influenciado por la promoción fascista, relató en una de sus crónicas que “los nazis lograron lo mejor con su propaganda. Una escena nunca antes vista agradó a los atletas. Dejaron muy buena imagen hacia los demás visitantes y especialmente a los hombres de negocio”. Aunque muchos periódicos del mundo contrastaron las novedades deportivas con la inminente Guerra Civil que se avecinaba en la España republicana y comunista.
Hitler, durante los Juegos, intentó dar a su régimen una imagen pacífica con respecto a su política antisemita, pero en la Villa Olímpica había afiches con leyendas como “juden unerwuentsch” (judíos indeseables). Aun así, se redujo la persecución y represión hacia la comunidad judaica, ya que el gobierno llevó a cabo una campaña diplomática que consistía en atraer a visitantes extranjeros.
Debido a esto, hubo algunos intentos de boicot por parte del Comité Olímpico Norteamericano ya que la sede había sido elegida en mayo de 1931 cuando aún Paul von Hindenburg presidía en Alemania, dos años antes de que el Führer tomara el poder. Avery Brundage, presidente del Comité de Estados Unidos, tuvo una postura negativa con respecto a la realización de los Juegos allí, ya que le preocupaba las restricciones que ejercían sobre los judíos, a los cuales les tenían prohibido entrar a cualquier instalación deportiva, previamente de que fueran expulsados sistemáticamente de los clubes y federaciones a las que se encontraban afiliados. Sin embargo, el estadounidense cambiaría su posición al visitar el país europeo y declarar que los semitas alemanes eran bien tratados. Así reflotó las falacias de que el deporte debía alejarse de la política.
Jeremiah Mahoney, presidente de la Federación de Atletismo de Estados Unidos, insistió en boicotear el evento, debido a que dentro de sus filas más del 80% de los competidores era de raza oscura e indicaba que se había perdido el Espíritu Olímpico porque imponían las discriminaciones raciales y religiosas sobre los valores humanos. En tanto que Emst Lee Jahncke fue expulsado del COI por estar a favor del boicot.

No hay comentarios:

Publicar un comentario