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Hecho por Alejandro Caruso

martes, 2 de agosto de 2011

Generación motherfucker

Limp Bizkit se presentó por primera vez en un escenario argentino. Dio un show corto pero que contó con todos sus clásicos y hasta temas que pidió la gente e inicialmente no se encontraban en la lista.



Muchas bandas aterrizan por primera vez en Sudamérica lejos de su mejor momento, fuera de su época de apogeo. Este podría haber sido el caso de Limp Bizkit, que ayer se presentó en el microestadio Malvinas Argentinas de Argentinos Jrs, aunque con la particularidad que pareció un espectáculo con la frescura y energía de aquellos años en los que recién comenzaban. Movilización tanto arriba y abajo del escenario.

Si bien la lista de temas contó con 17 canciones, fueron tremendamente intensas y con todos los hits incluidos. No faltó ninguno. Reproducidas a lo largo de dos horas, dejó extenuados a músicos y espectadores. Algo que habló muy bien de ellos ya que por más que presentaban su última placa (Gold Cobra) se enfocaron más en su trayectoria.

El grupo tiene como singularidad un sonido potente, mezclándose rimas rapeadas de Fred Durst con los machaques distorsionados por la viola de Wes Borland, agregándoles los sampleos de Dj Lethal en la consola. Un cóctel más que interesante: en solo una canción del rapmetal saltan al estribillo hardcore con salpicadas de vinilo. Nu metal sólido. Del que te arranca la cabeza, con esos graves que te paran el corazón durante cada medio segundo que suenan.

Sin embargo y como ya es costumbre en este lugar y en este país, los primeros 4 temas fueron un ensamble de sonido que salía por una misma boca, con el vocalista escuchándose por ratos. Luego se solucionó y podía distinguirse cada instrumento. Ahora sí, la fiesta estaba completa. Aunque más allá del alimento musical estaba lo visual, Limp Bizkit ofrece una exhibición a la vista, que comienza con el líder Fred, frontman recibido, capaz de animar cualquier verbena y por más que siga un guión (la lista) él estuvo dispuesto a improvisar y hacer lo que salía en el momento (varias acciones tuvieron como complicidad actos de los asistentes).

Durst de gorra roja de New York Yankees (la cambió por una azul en los bises), camisa blanca del mismo equipo con el 3 en la espalda y su apellido, y bermudas Adidas negras, quedó excitado con el público local, al cual se acercó varias veces y “chocó sus cinco” a quienes llegaban a él, mediante mosh. No podía entender tanto cariño de gente llena de violencia (se fascinó con “Limp Bizkit, es un sentimiento no puedo parar” y los coreos en Take A Look Around). También fue muy cálido al dialogar en su idioma natal antes y después de cada canción. Insultó y se dejó insultar. Luego lo conocido, sus gritos, saltos y “¡get of fuck out!”. Demagogia pura al micrófono.

Otro que se llevó una gran ovación fue Dj Lethal, que siempre acompañó desde lo musical, al aportar detalles cual sonidista de boliche, pero con pizcas de humor. Eso sí, cuando tuvo que pinchar y rayar lo hizo con mucho odio, casi tanto como el que se repartía abajo. Además desde su base saltó y arengó a la gente. Quien podría haber pasado desapercibido pero no lo hizo por su imponente vestimenta (pintado de blanco y negro, con un antifaz oscuro) fue Borland, que pese a no ser un violero que se caracterice por grandes solos, en el tiempo que estuvo alejado, la banda sintió la decadencia de volumen.

Apenas pasadas las 21, el escenario quedó a oscuras y ya se veía el bajo de Sam Rivers con el diapasón de luz roja. La intro, ruido y Hot Dog al instante, la tormenta de “Fucks” (palabra que se repite 46 veces en dicha melodía). De fondo la lona negra con la cara en dibujito de sus cinco integrantes. Le siguieron Show Me What You Got, Bring It Back (único de su nuevo disco), Full Nelson (a Durst le tiraron una zapatilla, la olió, jugó con desmayarse y la devolvió a la marea de odio), My Generation (locura), Livin’ It Up (primera vez que Fred se acercó a las vallas), Break Stuff (más locura), Eat You Alive (el cantante fue a ambos lados del campo, en las gradas y saludó a varios fanáticos), My Way, Boiler, Sanitarium (el cover de Metallica reversionado brillantemente con su sello) y Nookie (épico).

Antes de los bises, el tema Los Cazafantasmas en la consola. Para el final quedaron Behind Blue Eyes (única balada de la noche, con el regreso de los encendedores a los recitales), Take A Look Around (la de Misión Imposible), Faith (precedida por el tema de Un Detective Suelto en Hollywood, en los platos de Lethal), Pollution (el frontman preguntó, la gente la pidió y él advirtió “no la ensayamos”, pero la vehemencia fue igual de tenaz) y cerraron con Rollin’, junto a todo un estadio que movía los brazos al conducir un volante imaginario.

Cuando uno se deja llevar, realmente puede disfrutar de estos conciertos en los que hasta los músicos la pasan bien y el que no lo hizo: “¡get of fuck out!”.

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