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Hecho por Alejandro Caruso

jueves, 16 de diciembre de 2010

Justicia injusta

Estudiantes derrotó 2 a 0 a Arsenal con dos goles de Hernán Rodrigo López y se coronó campeón del fútbol argentino por quinta vez. Por su parte, Vélez derrotó por el mismo marcador a Racing, con tantos de Juan Manuel Martínez y Maximiliano Moralez, pero no le alcanzó ni para ir al desempate.



En el fútbol los debates sobre equipos victoriosos para nada merecedores de ese festejo, clara injusticia deportiva devenida en resultado, es algo que jamás acabará ¿pero que sucede cuándo dos conjuntos reunieron méritos suficientes con diferentes armas? En definitiva el campeó es uno solo, algo injusto para el segundo pero justo para el ganador.
Este fue el caso de los maravillosos Estudiantes y Vélez. El Pincha se adjudicó el Apertura 2010 con 45 puntos, dos más que el equipo dirigido por Ricardo Gareca, que más allá de la desazón sumó una cifra superior a la de los últimos cuatro campeones (Argentinos Juniors ganó el Clausura 2010 con 41, Banfield el Apertura 2009 con la misma cantidad del Bicho, el propio Vélez el Clausura 2009 con 40 y Boca el Apertura 2008 con 38).
Aunque lo más admirable de estos dos clubes ejemplos para cualquier institución en el fútbol argentino, es que brillaron dentro del campo de juego. Los dos a su estilo, es innegable que sacaron grandes ventajas sobre el resto (Estudiantes le sacó 13 unidades de diferencia a Arsenal, el tercero). No se cansaron de dar grandes exhibiciones según sus métodos, como el 4 a 0 del conjunto de Alejandro Sabella a River, o el 6 a 0 de Vélez a Colón.
El campeón sufrió la ausencia de un clásico 9 de área, pero suplió esa falencia con otras virtudes, destacándose la mano del entrenador en el trabajo semanal. A la falta de goleadores furtivos la reemplazó con cinco defensores: solidez defensiva (valla menos vencida con ocho tantos, uno menos que Vélez), aunque eso no quiso decir que haya sido conservador. Al contrario, Mercado y Rojo que integraron la línea de volantes, convirtieron 4 y 2 goles, respectivamente. Exprimieron al máximo el uso de la pelota parada con las exquisitas pegadas de Leandro Benítez y Juan Sebastián Verón, para aprovechar las alturas de Desábato y Federico Fernández. La Gata Fernández se disfrazó de artillero sigiloso (terminó con 7 conquistas) y explotó Enzo Pérez, figura determinante al ponerse la ofensiva al hombro. Ganó todos los partidos de local y pese a las lesiones y suspensiones que afrontó en cada fecha, los 23 que utilizó el entrenador entraron con el mismo chip: sacrificio, juego asociado y paciencia.
Vélez contó con la mejor dupla ofensiva del torneo (Silva, goleador del certamen, con 11 y el Burrito Martínez con 10) lo que derivó en el mejo ataque, con 33 goles (uno más que Estudiantes). Tuvo un excelente recambio que fue llave de partidos (Cristaldo, Ricky Alvarez, Razzotti, Bella). Maxi Moralez se volvió a convertir en el enano maldito para sus adversarios y demostró como buen conductor que es el mejor chofer para cualquier entrenador. Ganó todos los partidos de local, excepto con Estudiantes, contra quien igualó sin goles.
Lo curioso fue que el partido más deslucido de ambos se dio cuando se enfrentaron entre si. Algunos dirán que lo más justo habría sido un partido desempate, pero igualmente uno de los dos iba a ganar, la justicia es injusticia para el otro.

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