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Hecho por Alejandro Caruso

sábado, 18 de diciembre de 2010

El Mundial de África

El Inter de Milán se consagró campeón del Mundial de clubes tras vencer en la final 3 a 0 al Mazembe de Congo, con tantos de Pandev, Eto’o y Biabiany. Así alcanzó su tercer título intercontinental. Javier Zanetti, Esteban Cambiasso y Diego Milito fueron titulares en el conjunto italiano.



La referencia del título no es para la Copa del Mundo que se disputó en junio en Sudáfrica, sino para el Mundial de Clubes que se realizó en Emiratos Árabes Unidos y tuvo como campeón al Inter de Italia. Es que la sensación del certamen fueron los africanos, ya que tanto el sorprendente Mazembe, quien había eliminado al Pachuca de México y al Inter de Brasil para que un equipo de dicho continente acceda por primera vez a la final, como el delantero camerunés Samuel Eto’o, que fue un hombre clave en la adjudicación del título para el Neroazzurro, animaron el torneo organizado por la FIFA.
Eto’o fue la figura excluyente de los italianos en los dos partidos que disputaron. Cedió el protagonismo de ser el delantero estelar, pero no por eso fue menos importante. Se movió como volante sobre la banda izquierda, con Diego Milito de centro y Pandev por el otro costado. El camerunés metió el segundo gol tras definir de forma muy precisa al segundo palo de Kidiaba. Pero también fue incansable y cuando los dirigidos por Rafa Benítez recularon, él siguió como si estuvieran igualados, mérito que le alcanzó para alzarse con el Balón de Oro y apaciguar las críticas que le habían llovido tras la prematura eliminación de su seleccionado en el Mundial de Sudáfrica.
Pese al subcampeonato, es un logro trascendental para el club de la República Democrática del Congo. Fundado en 1939 por monjes benedictinos que dirigían el Instituto San Bonifacio de Élisabethville (actual Lubumbashi), contó con la particularidad de que 9 de sus 11 titulares nacieron en su país, lo opuesto a su oponente, del once inicial ninguno fue italiano. Con un trabajo a largo plazo fue bicampeón de la Liga de Campeones de la CAF y tuvo el privilegio de haber sido el único participante repetido en las últimas dos ediciones del Mundialito.
El último partido del Mundial de Clubes fue un trámite que apenas duró 17 minutos. En ese tiempo, el Inter había sacado dos goles de ventaja y de esa forma liquidó el partido. Tuvo la paciencia que les faltó a los rivales anteriores del Mazembe, un equipo ordenado atrás y que intenta hacer subir lo menos posible a su última línea, con un mediocampo superpoblado y un solo punta. Sin desesperarse pero también sin lucir, rápidamente el conjunto italiano marcó en sus dos primeras aproximaciones y así obtuvo el máximo título continental después de 45 años, algo más que merecido por la hegemonía que brinda en su país, al ganar los últimos cinco scudettos de la Serie A.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Justicia injusta

Estudiantes derrotó 2 a 0 a Arsenal con dos goles de Hernán Rodrigo López y se coronó campeón del fútbol argentino por quinta vez. Por su parte, Vélez derrotó por el mismo marcador a Racing, con tantos de Juan Manuel Martínez y Maximiliano Moralez, pero no le alcanzó ni para ir al desempate.



En el fútbol los debates sobre equipos victoriosos para nada merecedores de ese festejo, clara injusticia deportiva devenida en resultado, es algo que jamás acabará ¿pero que sucede cuándo dos conjuntos reunieron méritos suficientes con diferentes armas? En definitiva el campeó es uno solo, algo injusto para el segundo pero justo para el ganador.
Este fue el caso de los maravillosos Estudiantes y Vélez. El Pincha se adjudicó el Apertura 2010 con 45 puntos, dos más que el equipo dirigido por Ricardo Gareca, que más allá de la desazón sumó una cifra superior a la de los últimos cuatro campeones (Argentinos Juniors ganó el Clausura 2010 con 41, Banfield el Apertura 2009 con la misma cantidad del Bicho, el propio Vélez el Clausura 2009 con 40 y Boca el Apertura 2008 con 38).
Aunque lo más admirable de estos dos clubes ejemplos para cualquier institución en el fútbol argentino, es que brillaron dentro del campo de juego. Los dos a su estilo, es innegable que sacaron grandes ventajas sobre el resto (Estudiantes le sacó 13 unidades de diferencia a Arsenal, el tercero). No se cansaron de dar grandes exhibiciones según sus métodos, como el 4 a 0 del conjunto de Alejandro Sabella a River, o el 6 a 0 de Vélez a Colón.
El campeón sufrió la ausencia de un clásico 9 de área, pero suplió esa falencia con otras virtudes, destacándose la mano del entrenador en el trabajo semanal. A la falta de goleadores furtivos la reemplazó con cinco defensores: solidez defensiva (valla menos vencida con ocho tantos, uno menos que Vélez), aunque eso no quiso decir que haya sido conservador. Al contrario, Mercado y Rojo que integraron la línea de volantes, convirtieron 4 y 2 goles, respectivamente. Exprimieron al máximo el uso de la pelota parada con las exquisitas pegadas de Leandro Benítez y Juan Sebastián Verón, para aprovechar las alturas de Desábato y Federico Fernández. La Gata Fernández se disfrazó de artillero sigiloso (terminó con 7 conquistas) y explotó Enzo Pérez, figura determinante al ponerse la ofensiva al hombro. Ganó todos los partidos de local y pese a las lesiones y suspensiones que afrontó en cada fecha, los 23 que utilizó el entrenador entraron con el mismo chip: sacrificio, juego asociado y paciencia.
Vélez contó con la mejor dupla ofensiva del torneo (Silva, goleador del certamen, con 11 y el Burrito Martínez con 10) lo que derivó en el mejo ataque, con 33 goles (uno más que Estudiantes). Tuvo un excelente recambio que fue llave de partidos (Cristaldo, Ricky Alvarez, Razzotti, Bella). Maxi Moralez se volvió a convertir en el enano maldito para sus adversarios y demostró como buen conductor que es el mejor chofer para cualquier entrenador. Ganó todos los partidos de local, excepto con Estudiantes, contra quien igualó sin goles.
Lo curioso fue que el partido más deslucido de ambos se dio cuando se enfrentaron entre si. Algunos dirán que lo más justo habría sido un partido desempate, pero igualmente uno de los dos iba a ganar, la justicia es injusticia para el otro.

El retorno del Rey

Independiente se coronó campeón de la Copa Sudamericana tras derrotar a Goiás de Brasil 5 a 3 en los penales, luego de ganarle 3 a 1 en los 120 minutos (en la ida había caído 2 a 0). Los goles fueron convertidos por Julián Velázquez y Facundo Parra -2-. Así obtuvo un título internacional desde la Supercopa 95.



La del 2000 fue una década infame para Independiente, que lo tuvo a maltraer, la mayoría de los campeonatos los luchó de mitad de tabla para abajo y tuvo la desgracia de ver como Boca se adueñaba de su mítico apodo Rey de Copas, que lo había caracterizado y convertido en uno de los equipos más grandes de Argentina en toda su historia.
En esos diez años, el club de Avellaneda solamente consiguió un título: el Apertura 2002. De la mano del Tolo Gallego parecía que retornaba la mística, pero ese sueño duró seis meses ya que al Clausura siguiente, el Rojo terminaría en la última posición. Completamente alejado del plano internacional, nadie hubiese imaginado volver a levantar una copa a pocas semanas de concluir 2010, en este caso la Sudamericana.
Un certamen que si bien cuenta con el gran apoyo de una automotriz japonesa y de una importante cadena televisiva deportiva a nivel continental, vale recalcar que está por demás devaluada. No es que los equipos prioricen sus ligas, pero que la final la disputen Goiás, que descendió a la segunda división de Brasil por finalizar entre los últimos cuatro del Brasileirao, e Independiente, que está tercero dando vuelta la tabla del Aperura 2010, marcan un indicio de lo extraña que puede ser.
Aunque con esfuerzo de sus organizadores intentan revalorizarla. Para esta edición el campeón se aseguraba un cupo al repechaje de la próxima Copa Libertadores de América. Plaza que reemplazaría a un clasificado del país ganador. Lo que generó que Independiente dejara afuera a Racing, otro sabor extra además del título.
En su camino a la gloria el Rojo atravesó varios cambios de mando. En el inicio fue dirigido por Daniel Garnero en la primera fase ante Argentinos Juniors, luego fue comandado por el interinato entre Elbio Pavoni y Francisco Sá en el partido de ida de octavos de final ante Defensor Sporting de Uruguay, y finalmente para el resto de la competencia quien se hizo cargo fue el Turco Mohamed, que al principio del semestre se encontraba en Colón, y fue el mayor responsable de esta conquista, debido a que le inculcó el espíritu de lucha necesario al plantel para levantarse ante las adversidades, además de su trabajo en las pelotas detenidas claves en el partido decisivo. Tampoco hay que olvidar al mismo Tolo que había conseguido el Apertura 02. Gracias a él, en la temporada pasada se consiguió la vuelta a la copa tras dos años.
Y además de la levantada en el nivel futbolístico que Mohamed le aplicó a sus dirigidos, también apareció la magnífica “suerte de campeón”. Después de salvarse tantas veces en los finales de las series (como el tiro libre que Hilario Navarro le tapó a Marangoni del Tolima o el remate en el poste en el partido contra Liga de Quito), en la revancha de la final también sufrió, porque cuando los jugadores se quedaron sin piernas y ahogados en el suplementario, apareció Rafael Moura, la figura excluyente de la Copa, pero Hilario le negó el grito dos veces y tuvo la fortuna que el cabezazo de Rafael Toloi dio en el palo. En ese mismo palo que en la definición se iba a estrellar el remate de Felipe, para que Independiente recuperara su mística y nuevamente aparezca en las bocas del continente. Para que Independiente retorne a ser el Rey de Copas.