Un blog más del montón, pero con todo lo que necesitas saber sobre deportes y música.
martes, 30 de agosto de 2011
Panamericano a la redonda
miércoles, 10 de agosto de 2011
Por penales a cuartos
Normalmente el engañoso título de la nota indicaría que el partido por los octavos de final se definió desde tiro desde los doce pasos, algo que es cierto pero a la vez falso, ya que si bien Argentina avanzó al ganar por penales, no fue en una tanda de 5, sino que lo hizo por dos goles desde dicha pena máxima, en los que el árbitro Markus Strombgersson cobró en forma polémica.
En el primero, Carlos Luque simuló una falta de Salah dentro del área que el referí compró, una irresponsabilidad que podría haberle valido la expulsión ya que el volante perteneciente a Colón de Santa Fe ya estaba amonestado y le habría correspondido la tarjeta roja por inventar una caída. En tanto que el segundo, ya en el complemento también se lo cometieron al mismo mediocampista, producto de una infracción de Gaber, luego de un contraataque velozmente comandado por Iturbe, quien una vez más le tocó ingresar desde el banco.
Sendos remates desde los once metros a fueron convertidos por Erik Lamela, quien volvió a la titularidad tras ser resguardado contra Corea del Norte y nuevamente fue desequilibrante, tanto en la definición como en el glamour aportado en cada jugada, ya que con su clase, a veces hasta de forma innecesaria, llenó de faltas a los defensores egipcios enloquecidos por su forma de pisarla.
Justamente el juego de Argentina fue un mix del partido contra los asiáticos y del cotejo el día del debut frente a México. Luque volvió a ser desequilibrante por su banda y cuando llegó con su velocidad a fondo allí fue donde aparecía el real peligro. Igualmente fue un partido como se planteaba antes de jugarse, con un rival que no iba a dejarse intimidar y hasta por momentos no le pesó ser protagonista, como cuando le tocó ir a empatar el partido, ya con el descuento de Salah, también de penal, consumado.
Y pese a la derrota Los Faraones deben irse con la frente en alto porque de no haber sido por Leonel Galeano, quien salvó un remate de Hegazi en la línea, ahí si el partido se habría definido realmente por penales.
viernes, 5 de agosto de 2011
Empiezan a crecer
El seleccionado argentino sub20 goleó a su par de Corea del Norte
De menor a mayor. Así fue el andar futbolístico de este seleccionado juvenil argentino durante la primera fase del Mundial sub20. Lo que había arrancado con varias dudas de a poco se desestructura para transformarse en la versión más ágil y vertical del equipo que conduce Perazzo.
Ante el equipo asiático la clave estuvo por las bandas con Roberto Pereyra y, principalmente por la izquierda, en la que se paró Carlos Luque, que a su gran velocidad le aportó profundidad lo que complicó la tarea de la defensa norcoreana, que se vio desbordada todo el tiempo por el volante de Colón de Santa Fe. Así llegó el primer gol, tras un centro suyo que conectó a la red el Chucky Ferreyra, a quien le cayó bien la responsabilidad de desenvolverse como única punta ya que fue más peligroso que en los partidos anteriores en los que había sido acompañado por Lamela e Iturbe.
Justamente el habilidoso refuerzo del Porto de Portugal nuevamente tuvo un partido destacado, moviéndose de forma libre al borde del área llenó de faltas a sus contrincantes quienes encontraron esta típica forma para frenarlo. Argentina recién en los últimos 5 minutos del partido estiró la ventaja, aunque había contado con reiteradas situaciones claras más en la búsqueda de una diferencia abultada finalmente merecida.
Así terminó primero en su grupo y sin recibir goles en ninguno de los tres partidos jugados. Una solidez que se intentaba buscar desde el Sudamericano, mucho más valorizada ahora por los constantes infortunios que sufrió la última línea como fue la lesión del capitán Germán Pezzella, a los 29 minutos del primer tiempo.
Otra cosa para destacar fue no ser Lamela-dependiente. La nueva adquisición de
Comienzan los cruce mano a mano, en los que más concentrados hay que estar para seguir creciendo. Para que estos chicos que empezaron jugando con creces, terminen haciéndolo con un fútbol vistoso que llene de esperanza el futuro argentino.
martes, 2 de agosto de 2011
Generación motherfucker
Limp Bizkit se presentó por primera vez en un escenario argentino. Dio un show corto pero que contó con todos sus clásicos y hasta temas que pidió la gente e inicialmente no se encontraban en la lista.
Muchas bandas aterrizan por primera vez en Sudamérica lejos de su mejor momento, fuera de su época de apogeo. Este podría haber sido el caso de Limp Bizkit, que ayer se presentó en el microestadio Malvinas Argentinas de Argentinos Jrs, aunque con la particularidad que pareció un espectáculo con la frescura y energía de aquellos años en los que recién comenzaban. Movilización tanto arriba y abajo del escenario.
Si bien la lista de temas contó con 17 canciones, fueron tremendamente intensas y con todos los hits incluidos. No faltó ninguno. Reproducidas a lo largo de dos horas, dejó extenuados a músicos y espectadores. Algo que habló muy bien de ellos ya que por más que presentaban su última placa (Gold Cobra) se enfocaron más en su trayectoria.
El grupo tiene como singularidad un sonido potente, mezclándose rimas rapeadas de Fred Durst con los machaques distorsionados por la viola de Wes Borland, agregándoles los sampleos de Dj Lethal en la consola. Un cóctel más que interesante: en solo una canción del rapmetal saltan al estribillo hardcore con salpicadas de vinilo. Nu metal sólido. Del que te arranca la cabeza, con esos graves que te paran el corazón durante cada medio segundo que suenan.
Sin embargo y como ya es costumbre en este lugar y en este país, los primeros 4 temas fueron un ensamble de sonido que salía por una misma boca, con el vocalista escuchándose por ratos. Luego se solucionó y podía distinguirse cada instrumento. Ahora sí, la fiesta estaba completa. Aunque más allá del alimento musical estaba lo visual, Limp Bizkit ofrece una exhibición a la vista, que comienza con el líder Fred, frontman recibido, capaz de animar cualquier verbena y por más que siga un guión (la lista) él estuvo dispuesto a improvisar y hacer lo que salía en el momento (varias acciones tuvieron como complicidad actos de los asistentes).
Durst de gorra roja de New York Yankees (la cambió por una azul en los bises), camisa blanca del mismo equipo con el 3 en la espalda y su apellido, y bermudas Adidas negras, quedó excitado con el público local, al cual se acercó varias veces y “chocó sus cinco” a quienes llegaban a él, mediante mosh. No podía entender tanto cariño de gente llena de violencia (se fascinó con “Limp Bizkit, es un sentimiento no puedo parar” y los coreos en Take A Look Around). También fue muy cálido al dialogar en su idioma natal antes y después de cada canción. Insultó y se dejó insultar. Luego lo conocido, sus gritos, saltos y “¡get of fuck out!”. Demagogia pura al micrófono.
Otro que se llevó una gran ovación fue Dj Lethal, que siempre acompañó desde lo musical, al aportar detalles cual sonidista de boliche, pero con pizcas de humor. Eso sí, cuando tuvo que pinchar y rayar lo hizo con mucho odio, casi tanto como el que se repartía abajo. Además desde su base saltó y arengó a la gente. Quien podría haber pasado desapercibido pero no lo hizo por su imponente vestimenta (pintado de blanco y negro, con un antifaz oscuro) fue Borland, que pese a no ser un violero que se caracterice por grandes solos, en el tiempo que estuvo alejado, la banda sintió la decadencia de volumen.
Apenas pasadas las 21, el escenario quedó a oscuras y ya se veía el bajo de Sam Rivers con el diapasón de luz roja. La intro, ruido y Hot Dog al instante, la tormenta de “Fucks” (palabra que se repite 46 veces en dicha melodía). De fondo la lona negra con la cara en dibujito de sus cinco integrantes. Le siguieron Show Me What You Got, Bring It Back (único de su nuevo disco), Full Nelson (a Durst le tiraron una zapatilla, la olió, jugó con desmayarse y la devolvió a la marea de odio), My Generation (locura), Livin’ It Up (primera vez que Fred se acercó a las vallas), Break Stuff (más locura), Eat You Alive (el cantante fue a ambos lados del campo, en las gradas y saludó a varios fanáticos), My Way, Boiler, Sanitarium (el cover de Metallica reversionado brillantemente con su sello) y Nookie (épico).
Antes de los bises, el tema Los Cazafantasmas en la consola. Para el final quedaron Behind Blue Eyes (única balada de la noche, con el regreso de los encendedores a los recitales), Take A Look Around (la de Misión Imposible), Faith (precedida por el tema de Un Detective Suelto en Hollywood, en los platos de Lethal), Pollution (el frontman preguntó, la gente la pidió y él advirtió “no la ensayamos”, pero la vehemencia fue igual de tenaz) y cerraron con Rollin’, junto a todo un estadio que movía los brazos al conducir un volante imaginario.
Cuando uno se deja llevar, realmente puede disfrutar de estos conciertos en los que hasta los músicos la pasan bien y el que no lo hizo: “¡get of fuck out!”.