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Hecho por Alejandro Caruso

lunes, 13 de junio de 2011

Del olvido a la costumbre

Vélez se consagró campeón del Clausura tras ganarle 2 a 0 a Huracán con goles de Santiago Silva y de David Ramírez, de penal en un Ducó vacío de público. Tras la derrota de Lanús por 1 a 0 ante Argentinos Jrs, obtuvo su octavo título en el profesionalismo.



Muchas veces la muletilla repetida en el ambiente futbolístico es que justamente el deporte de la n5 da revancha. Y si bien este Vélez estaba para más, incluso hasta los mismos jugadores lo sabían, he aquí la reválida al consagrarse (y consolidarse) como el mejor equipo del fútbol argentino.

Que tenía un gran plantel de enormes jugadores es cierto, pero también contó con la desgracia de lesiones o el recambio por afrontar dos competencias en simultáneo que ponían dificultades en el camino a lo largo del semestre para el equipo de Ricardo Gareca, que fue el que más puntos obtuvo en toda la temporada. Subcampeón en el Apertura y campeón de este campeonato.

Variantes por doquier y jugadores que suplían con un nivel más alto a su reemplazante. Una sana competencia constante desembocó en este terrible equipo, que se transformó en un poco de la gente, debido al deleite con el que plasmaba la simplicidad de las ideas más ofensivas posibles y un circuito de juego fluido, transformándolo en una sinfonía de placer.

Desde el arco protegido por Barovero, la solidez defensiva de la zaga central con Sebastián Domínguez y Fernando Ortiz, las constantes subidas de Fabián Cubero y Emiliano Papa, el despertar goleador de Augusto Fernández en el momento más clave, la confirmación de Razzotti, el oportunismo de Maxi Moralez, el enlace devenido en goleador de David Ramírez y esa dupla letal infalible tan complementaria como es Juan Manuel Burrito Martínez y Santiago Silva. Y por supuesto la explosión de la nueva perla, Ricky Álvarez, una de las figuras relevantes del conjunto de Liniers. Además contó con la presencia de Guillermo Franco (en la primera parte no jugó por la rotura del ligamento en su hombro derecho) y se destacó el aporte del juvenil Agustín Vuletich. Un plantel rico en figuras y en promesas que de a poco ganan su lugar.

Supo reponerse a cualquier adversidad deportiva como lo fue la derrota con Quilmes 3 a 2, ya que a la fecha siguiente jugó el partido bisagra del Clausura, en La Plata goleó por 4 a 0 a Estudiantes y marcaría un quiebre en ambos equipos, en El Fortín para irse para arriba tanto en Copa como torneo y en El Pincha para que suceda lo opuesto. El otro momento clave que pareció no afectarle el golpe anímico fue tras la derrota con Peñarol de Uruguay en semifinales de Libertadores. Tuvo que enfrentarse a su perseguidor Godoy Cruz, sufrió en el primer tiempo, pero en el complemento demostró por qué era merecedor de dar la vuelta olímpica y le ganó 2 a 0 en forma inobjetable.

Podrán decir que este campeón fue opacado por coincidir la fecha en que Martín Palermo se despidió de La Bombonera, o que apasionaba más saber quién culminará en el puesto 17 de la tabla de promedios, pero eso no le quita mérito de ser una institución que no para de crecer, que pasó a Racing en títulos y de seguir esta línea llegarán más consagraciones que si no las recordarán serán por convertirse en una costumbre.

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