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Hecho por Alejandro Caruso

domingo, 18 de noviembre de 2012

Amor apocalíptico de dos guitarras

Slash se presentó por segundo año consecutivo en Buenos Aires junto a Myles Kennedy y los ahora rebautizados Conspirators. Además zapó con Zakk Wylde, que previamente había tocado con su banda Black Label Society.

Foto extraída de SlashArg


Como en el verdadero Roxy norteamericano se juntaron dos potencias de las seis cuerdas. Sí, si te gusta tocar o escuchar una guitarra y no estuviste en el microestadio Malvinas Argentinas de Argentinos Jrs te perdiste una velada épica, única, irrepetible y posiblemente inigualable. Dos de los mejores guitarristas del mundo, juntos, fusionando su sonido en un solo momento, para el delirio y efervescencia aún de esas 5 mil almas que detonaron el barrio de Paternal.
Y no se trata de entrar en una absurda comparación de ver quién es el mejor, más veloz y virtuoso entre esos dos animales que enloquecen con sus notas. Es cuestión de hacer silencio y disfrutar con esa charla, que aunque no omitan palabra, con su música no hacen más que llevar un diálogo ameno sobre una base de blues realizada por los Conspiradores (incluido Myles Kennedy en otra guitarra), uno de las jams más rockeras que haya sonado en suelo argentino.
Entonces qué cerca está el primer mundo! A un par de metros sobre un escenario, detonándose en una zapada bíblica. Dos Guitar Heros, o un Guitar Hero y un Guitar God. Quedará para análisis personal, según sus gustos y estilos quién es el más apetecible de esas dos bestias. Uno más metalero, el otro más bañado en el hard rock callejero. Si sería un partido de fútbol, es empate mil a mil y definición infinita de penales convertidos. Pero ellos se tiran paredes con sus solos. Y pueden dar fe que en cada punteo llegan al mejor gol.
Dentro de ese contexto hubo un show de Slash, que fue de lo más enérgico que le tocó dar sobre estas tierras. Con la excusa de la presentación de su segundo álbum solista (Apocalyptic Love) en un set de dos horas pateó varios culos, sobre sus detractores que lo ponen en cuestión y lo descalifican por haber colaborado con otros artistas que no son de su género. Ayer se vio la respuesta. El puto amo de la viola. Transpira rock. La extensión de sus cuerdas se te meten por las venas hasta hacerte explotarte la aorta. Salta, corre, saca la lengua con sus clásicos pasos. Es feliz y da felicidad.
Se sabe que el microestadio Malvinas no está hecho para una acústica escuchable, pero poco le interesa a la gente, que arma fiesta y una gran conexión arriba y abajo. Con el cambio en la formación de Frank Sidoris por Bobby Schnek, consigue una imagen más agresiva, que no es solo visual sino auditiva. Un impacto mayor en la música que lo mueve un casillero al metal, aunque Slash demuestre ser el rey del rock de garage con esos 6 clásicos inoxidables de Appetite For Destruction.
Las primeras fueron Halo, Nightrain, Ghost, Standing In The Sun, Back From Cali y Just Like Anything, con un Myles muy cómodo en la voz, completamente aceitado por el respaldo del líder de la agrupación. Se lo nota menos contenido y ahora sí, él también se siente parte de esta fiesta, por más que no sea el principal agasajado. Acepta con alegría ser el 2 y se ve claramente en la química de la banda.
Continuaron Nothing To Say (grata sorpresa en la lista), Rocket Queen, Apocalyptic Love y Note For Me. Allí Myles paró la bocha y presentó al bajista Todd "Dammitd" Kerns para Dr Alibi y disfrazarse bajo la voz grave de Lemmy Kilmeister de Motorhead, y luego You're Crazy con la voz aguda de Axl. Sin dudas, no llega a los tonos del cantante de GNR, pero le da su estilo y también tiene su rol protagónico en esta fiesta del rock. Otro del que no se puede dejar de mencionar es el baterista, el pulpo Brent Fitz, que le pega a todo lo que se mueve cerca, casi como si tuviera 4 brazos.
Continuaron No More Heros, Starlight, el mencionado blues jam con Zakk Wylde, Anastasia (la más power metal de su nuevo disco), You're a Lie, Sweet Child y Slither.
Pero eso no era todo y aún quedaba lo mejor. Al reaparecer en escena, Slash en un castellano forzoso nos da la bienvenida a la jungla. El combo Welcome to the Jungle-Paradise City (con lluvia de papelitos) en los bises es letal y le llega al corazón de cualquiera que le guste el rock.
Antes de todo lo anterior dicho, teloneó Black Label Society, que fue el aperitivo ideal para el plato fuerte y dejar bien caliente el escenario. Hubo algunas manchas negras ajenas a los integrantes del grupo, ya que por breves instantes falló el micrófono de Zakk Fuckin' Wylde, pero rápidamente fue arreglado, si bien vale destacar el suceso para nada menor. Realizaron un bestial heavy metal internacional, con muchas intros de sonidos trillados para que la escena nunca esté muda.
Pero no solo el Vikingo es el alma de la banda, sus otros tres miembros, muy similares a motoqueros ruteros norteamericanos, son su sostén perfecto para que pueda lucirse, más que nada el bajista John De Servio que golpea su instrumento con cierta criminalidad y la segunda guitarra Nick Catanese, similar físicamente a Corvata de Carajo, pero bastante más subido de peso. Set descomunal con pelotas BLS negras al público y un Zakk intratable, dando una clase de tapping, persignándose y golpeándose el pecho cual King Kong, quien hipnotiza no solo por los colores de su Flining V, sino también por la forma en la que transmite la música.
Así se cerró y empezó la tarde/noche en la que la Les Paul de Slash y la viola de Wylde tuvieron su amor apocalíptico. Y dar las gracias porque haya sido en Argentina.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

No hubo oasis en el desierto


Argentina igualó 0 a 0 ante Arabia Saudita en el último amistoso del año de los jugadores que se desempeñan en el fútbol europeo. Opaca imagen del conjunto dirigido por Alejandro Sabella. Sirvió para recaudar unos cuantos dólares pero no para probar jugadores.


Pocas conclusiones se pueden sacar de un partido amistoso a finales de año, cuando no se juega por nada. La excusa fue un millón y medio de dólares que ingresaron a las arcas de la AFA y que podrían de haber sido doscientas mil razones menos de no presentarse Messi. Que para alegría del tesorero de la Asociación del Fútbol Argentino sí estuvo, pero solo físicamente.
El astro del Barcelona demostró ser terrenal y más allá de algún arranque en velocidad, no fue lo suficientemente desequilibrante para romper el cero en el partido. Así se perdió la chance de ser el máximo artillero en solitario, en un año calendario con el Seleccionado y quedó igualado en 12 con Batistuta, en lo que fue, hasta ahora, mejor temporada con la camiseta albiceleste.
Además de recaudar el dinero necesario, se podría haberle sacado más provecho al amistoso ante un Arabia Saudita que demostró ser más de lo pensado, si se probaban jugadores que normalmente no son habituales en la lista de convocatorias, cuando es por lo puntos. Y ni siquiera Sabella pensó en ello.
Bajo ese contexto se presentaban como titulares Fabricio Coloccini (el más regular, salvó una pelota en la línea, podría ser recambio), Tino Costa (nunca se hizo cargo del armado de juego en su primera citación con Sabella) y el Toto Salvio. Luego ingresaron Franco Di Santo (le aportó movilidad y tuvo dos oportunidades de marcar en su debut absoluto en la Mayor) y Augusto Fernández, pero no lo suficiente como para hacer una evaluación de si merecen otra chance o la desperdiciaron por completo ya que terminaron diluyéndose en la mediocridad que a esa altura abusaba del partido.
Argentina fue dueño absoluto de la pelota, pero jamás tuvo profundidad para causarle molestias a la defensa local. Se notó la ausencia de un armador que jugase a uno o dos toques en el medio, dejando entrever la vital importancia de Fernando Gago, en sus últimos cotejos, extrañado por demás. De esta forma, la dupla ofensiva de Messi-Agüero quedo inconexa con la línea de volantes. En el complemento, el DT cambió el esquema agregando en la ofensiva al delantero del Wiggan inglés, tratando de buscar verticalidad para desnivelar de afuera para adentro, pero la intrascendencia continuó más allá del cambio de números y nunca se llegó con claridad al arco de Waleed Abdullah.
Dentro del flojo partido queda por destacar a Sergio Romero, que de no haber sido por acertadas intervenciones, en algunas contras certeras que tuvieron los dirigidos por Fran Rijkaard,  se estaría hablando de un papelón argentino. Lo que pudo haber sido una derrota ante un seleccionado 114º en el ranking FIFA y ya eliminado de la Eliminatoria Asiática rumbo a la Copa del Mundo de Brasil 2014, finalmente fue un empate con un cero gigante inanalizable desde el punto de partido que fue un amistoso trivial más en la lista de la Selección Argentina.