Finalmente el concierto que debía realizar Limp Bizkit en el Luna Park fue suspendido, al igual que toda su gira latinoamericana, debido a una lesión en el cuello de Fred Durst.
Una sola semana separaba el debut de una de las bandas mas poderosas de nu metal de Estados Unidos en Argentina. Limp Bizkit se iba a presentar por primera vez, en el mítico Luna Park, como así también en varias naciones de América Latina. Aunque todo quedó en la nada porque Fred Durst, líder del grupo, sufrió una lesión en el cuello y deberá guardar reposo hasta el 16 de noviembre.
La gira debía haber comenzado el 14 de octubre en Costa Rica, pero ante este infortunio las fechas aparentemente serían reprogramadas para fines de noviembre o principios de diciembre, ya que "en ningún momento se habló con ellos la posibilidad de cancelarlas, pero sí replantearlas para que Fred se recupere”, según señalaron los organizadores.
El día del chequeo médico en la clínica All Back and Joint Care Medical Group de Los Angeles (Estados Unidos), el vocalista tenía la esperanza de que sólo sería una simple revisión y que iba a pasar el dolor, pero le diagnosticaron una lesión cervical y le recomendaron que estuviese inhabilitado hasta mediados de noviembre.
La torcedura del cuello del cantante se produjo durante el último recital del tour europeo, en Varsovia (Polonia), en la canción Walking Away y terminó el concierto sin moverlo. Durst bromeó en Twitter que la lesión fue durante el tema Break Stuff (literalmente romper cosas).
Un blog más del montón, pero con todo lo que necesitas saber sobre deportes y música.
martes, 19 de octubre de 2010
jueves, 14 de octubre de 2010
Ni el agua frenó la ira
Rage Against The Machine se presentó por primera vez en Argentina, bajo un intenso diluvio que duro todo el último tema, y así cerró la primera fecha del Pepsi Music 2010 en Costanera Sur.
Finalmente la banda liderada por Zack de la Rocha debutó en suelo argentino trece años después de lo previsto, ya que en 1997 habían cancelado el show que debían dar en conmemoración por el vigésimo aniversario de las Madres de Plaza de Mayo. En esta ocasión fue en el marco del Pepsi Music 2010, que se realiza por primera vez en Costanera Sur.
Cuando el reloj se clavó en las 22 15, con un cuarto de hora de retraso, comenzó la acción en el escenario principal, en un set que duró aproximadamente 75 minutos, corto pero totalmente contundente, en el cual interpretaron trece canciones que se fueron transformando en un hit tras otro y mostrándose musicalmente prolijos y complementarios, al lucir con un sonido impecable su rapcore metálico que hizo delirar a todos sus seguidores, sin bajar la intensidad en ningún momento.
El guitarrista Tom Morello dio una clase de virtuosismo sobre la plataforma, donde imprimió su psicodelia melódica conjugada a una explosiva distorsión determinante en su estilo, en el que exprime por completo la utilidad de su instrumento (por momentos utilizó como recurso las palancas del volumen), con el que parecía ahorcarse. El bajo de Tim Commerford, la bata funk de Brad Wilk y la energía de Zack son la mejor adición para la habilidad del violero. Justamente, con camisa roja y pantalón azul, el vocalista no paró de saltar, arengar y hasta se le animó varias veces al castellano.
Con el escenario a oscuras comenzó a sonar muy fuerte una sirena, lo que significaba una alarma con invitación a la locura. Pronto se pudo ver la estrella roja del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (una organización armada mexicana de carácter político-militar y de composición indígena, inspirada en el marxismo y el socialismo científico, para llevar a cabo la revolución socialista), recurrente en el grupo desde 1994, en su incansable luchar contra el neoliberalismo implantado por Estados Unidos en su vecino del sur.
Y así arrancaron con la catarata de éxitos: Testify, Bombtrack, People Of The Sun y Know Your Enemy, en el que se evidenció el potencial sonoro de los norteamericanos. El quinto tema fue Bulls On Parade, dedicada a los obreros de Argentina, mientras el público clamaba “el que no salta es militar.
Le siguieron Township Rebellion, Guerrilla Radio, Bullet In The Head, Calm Like A Bomb y Sleep Now In The Fire. La canción previa a los bises fue Wake Up, con reseña de de la Rocha sobre la explotación obrera y destinada a “los piqueteros y estudiantes, ejemplos en todo el mundo” (!).
Al regreso de su descanso realizaron Freedom y bajo una lluvia torrencial, se despidieron con Killing In The Name. Algo seguro fue que ni el agua pudo calmar la ira de toda esa gente contra la máquina.
Finalmente la banda liderada por Zack de la Rocha debutó en suelo argentino trece años después de lo previsto, ya que en 1997 habían cancelado el show que debían dar en conmemoración por el vigésimo aniversario de las Madres de Plaza de Mayo. En esta ocasión fue en el marco del Pepsi Music 2010, que se realiza por primera vez en Costanera Sur.
Cuando el reloj se clavó en las 22 15, con un cuarto de hora de retraso, comenzó la acción en el escenario principal, en un set que duró aproximadamente 75 minutos, corto pero totalmente contundente, en el cual interpretaron trece canciones que se fueron transformando en un hit tras otro y mostrándose musicalmente prolijos y complementarios, al lucir con un sonido impecable su rapcore metálico que hizo delirar a todos sus seguidores, sin bajar la intensidad en ningún momento.
El guitarrista Tom Morello dio una clase de virtuosismo sobre la plataforma, donde imprimió su psicodelia melódica conjugada a una explosiva distorsión determinante en su estilo, en el que exprime por completo la utilidad de su instrumento (por momentos utilizó como recurso las palancas del volumen), con el que parecía ahorcarse. El bajo de Tim Commerford, la bata funk de Brad Wilk y la energía de Zack son la mejor adición para la habilidad del violero. Justamente, con camisa roja y pantalón azul, el vocalista no paró de saltar, arengar y hasta se le animó varias veces al castellano.
Con el escenario a oscuras comenzó a sonar muy fuerte una sirena, lo que significaba una alarma con invitación a la locura. Pronto se pudo ver la estrella roja del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (una organización armada mexicana de carácter político-militar y de composición indígena, inspirada en el marxismo y el socialismo científico, para llevar a cabo la revolución socialista), recurrente en el grupo desde 1994, en su incansable luchar contra el neoliberalismo implantado por Estados Unidos en su vecino del sur.
Y así arrancaron con la catarata de éxitos: Testify, Bombtrack, People Of The Sun y Know Your Enemy, en el que se evidenció el potencial sonoro de los norteamericanos. El quinto tema fue Bulls On Parade, dedicada a los obreros de Argentina, mientras el público clamaba “el que no salta es militar.
Le siguieron Township Rebellion, Guerrilla Radio, Bullet In The Head, Calm Like A Bomb y Sleep Now In The Fire. La canción previa a los bises fue Wake Up, con reseña de de la Rocha sobre la explotación obrera y destinada a “los piqueteros y estudiantes, ejemplos en todo el mundo” (!).
Al regreso de su descanso realizaron Freedom y bajo una lluvia torrencial, se despidieron con Killing In The Name. Algo seguro fue que ni el agua pudo calmar la ira de toda esa gente contra la máquina.
Etiquetas:
Música,
Pepsi Music,
Rage Against The Machine
viernes, 8 de octubre de 2010
Plan sin plan
Argentina perdió 1 a 0 contra Japón en Saitama, con gol convertido por Okazaki a los 18 minutos del primer tiempo, tras uno de los tantos rebotes que dio Romero. Fue la primera derrota contra el seleccionado japonés.
En la incontinencia con la que todos viven para adueñarse del buzo de entrenador del seleccionado argentino, Sergio Batista retrocedió varios casilleros, porque su equipo se vio superado táctica y futbolísticamente por Japón, algo que nunca antes se había producido en la historia, en ninguno de sus seis enfrentamientos previos.
Más allá del resultado lo preocupante fue el nivel del equipo que se vio superado por el conjunto asiático que ya ha dejado de ser una Cenicienta para transformarse en una clara potencia continental. Los dirigidos por el italiano Alberto Zaccheroni evolucionaron muchísimo en su juego y ratificaron su buen papel en la última Copa del Mundo en Sudáfrica, en la que cayeron en octavos de final ante Paraguay, por penales.
El local entendió mejor el partido ya que tuvo mayor criterio colectivo, en tanto que los comandados por el Checho dependieron de Messi que habitualmente fue ahogado por hasta tres rivales. Japón presionaba en la salida, lo que producía una ligera recuperación y conjugada a una posterior distribución concisa, sumada a la adhesión de sus laterales en ofensiva, complicaba a la endeble defensa albiceleste.
Con la ventaja tras el gol de Okazaki, que aprovechó la siesta argentina tras el rebote que dejó servido Romero luego de un remate de Endo, los asiáticos a base de una defensa sólida y concentrada, aguardaron para liquidarlo de contra y reflejaron la carencia de ideas de su oponente.
D’alessandro tuvo un flojo regreso como titular y no se asoció al delantero del Barcelona. Además se tuvo una noche negra con tres lesionados: Diego Milito (que sigue sin mostrarse como el del Inter cuando se calza la celeste y blanca), Esteban Cambiasso y Mario Bolatti, quien había ingresado para reemplazar al Cuchu.
Batista no era el mejor técnico del mundo después de golear a España en River, ni será el peor luego de perder contra Japón, pero el nivel del equipo desanimado preocupó. Es bueno que esto pase ahora, para bajar la ansiedad de la dura elección, parar la pelota y pensar bien quien tiene la capacidad necesaria para manejar a estas estrellas. Batista sigue en carrera, como Maradona, como todos, como hasta ahora. Plan sin plan.
En la incontinencia con la que todos viven para adueñarse del buzo de entrenador del seleccionado argentino, Sergio Batista retrocedió varios casilleros, porque su equipo se vio superado táctica y futbolísticamente por Japón, algo que nunca antes se había producido en la historia, en ninguno de sus seis enfrentamientos previos.
Más allá del resultado lo preocupante fue el nivel del equipo que se vio superado por el conjunto asiático que ya ha dejado de ser una Cenicienta para transformarse en una clara potencia continental. Los dirigidos por el italiano Alberto Zaccheroni evolucionaron muchísimo en su juego y ratificaron su buen papel en la última Copa del Mundo en Sudáfrica, en la que cayeron en octavos de final ante Paraguay, por penales.
El local entendió mejor el partido ya que tuvo mayor criterio colectivo, en tanto que los comandados por el Checho dependieron de Messi que habitualmente fue ahogado por hasta tres rivales. Japón presionaba en la salida, lo que producía una ligera recuperación y conjugada a una posterior distribución concisa, sumada a la adhesión de sus laterales en ofensiva, complicaba a la endeble defensa albiceleste.
Con la ventaja tras el gol de Okazaki, que aprovechó la siesta argentina tras el rebote que dejó servido Romero luego de un remate de Endo, los asiáticos a base de una defensa sólida y concentrada, aguardaron para liquidarlo de contra y reflejaron la carencia de ideas de su oponente.
D’alessandro tuvo un flojo regreso como titular y no se asoció al delantero del Barcelona. Además se tuvo una noche negra con tres lesionados: Diego Milito (que sigue sin mostrarse como el del Inter cuando se calza la celeste y blanca), Esteban Cambiasso y Mario Bolatti, quien había ingresado para reemplazar al Cuchu.
Batista no era el mejor técnico del mundo después de golear a España en River, ni será el peor luego de perder contra Japón, pero el nivel del equipo desanimado preocupó. Es bueno que esto pase ahora, para bajar la ansiedad de la dura elección, parar la pelota y pensar bien quien tiene la capacidad necesaria para manejar a estas estrellas. Batista sigue en carrera, como Maradona, como todos, como hasta ahora. Plan sin plan.
Sin salirse del libreto
Linkin Park se presentó por primera vez en Argentina, en un show en Vélez que duró aproximadamente cien minutos en los cuales interpretó 25 canciones. De esta forma le dio comienzo a su tour mundial A Thousand Suns, nombre de su disco reciente.
La banda californiana liderada por Chester Bennington y Mike Shinoda desembarcó por primera vez en suelo argentino y mostró toda su consistencia en poco más de hora y media que duró el concierto, en un Vélez que lo vivió de forma intensa pero no llegó a estar repleto, como en sus noches gloriosas de Luis Miguel.
Fue la primera presentación oficial desde la salida de su cuarto disco, justamente el que le da el nombre a la gira mundial, A Thousand Suns, por lo que hicieron 12 pistas de dicho álbum que está bañado en un pop británico sintéticamente electrónico. Sin embargo, también repasaron algunos de sus clásicos más enérgicos originados por un rapcore metálico, que hicieron temblar el José Amalfitani.
Se mostraron tan obsesivos como en sus placas, sin dejar ningún detalle librado al azar. Todos sus movimientos estaban planeados y cada integrante sabía adonde debía ubicarse en cada parte del escenario, según el tema que tocaban. Todos respetaron sus guiones a la perfección, sin salirse del libreto. La escenografía fue bien LP, con rampas por todos lados, sintetizador a cargo de Joe Hahn de un lado, enfrentado a la batería de Rob.
Musicalmente imponentes como en sus discos, si cualquiera cerraba los ojos y se relajaba era como si estaba en su casa escuchándolo desde los cds. Fueron escasos los segundos que el estadio quedó sin volumen, ya que siempre los sampleos de DJ Han se encargaban de agregar un sonido tenso que enganchase las interpretaciones.
Minutos antes de las nueve y medias, Vélez quedó a oscuras y comenzó a sonar The Réquiem, la intro de su último álbum, seguido por Wretches and Kings. A su finalización, retumbó la primera catarata de clásicos: Papercut, Given Up, New Divide y Faint.
A esos le siguieron Empty Spaces (otra de las tantas introducciones pre-pistas de A Thousand Suns), When They Come For Me (con Chester y el violero Phoenix tocando tambores), No More Sorrow, Jornada del Muerto, Waiting for The End (próximo corte de la banda), Wisdom Justice and Love, Iridescent (con Mike al piano) y Numb.
Luego llegó otra intro, en este caso The Radiance, que le abriría camino a Breaking the Habit (Bennington bajó hasta el público y jugó con él), Shadoy of the Day (con el cantante ya en cuero), Crawling (otro de los clásicos inesperados), Bleed It Out y One Step Closer, para irse a los bises con otro aluvión de hits.
Para la parte final del show quedaron Fallout, The Catalyst (corte actual), The Messenger (con Mike en guitarra acústica), In The End (se vino abajo Liniers) y finalmente cerraron con What I’ve Done.
Quedaron para el final el saludo y los exagerados besos que Chester le lanzaba a la gente sobre cada rincón del proscenio, aunque pese a esto se manejaron con gran distancia durante el concierto. Los Linkin Park debutaron en Argentina, con 25 canciones y cumplieron con creces.
La banda californiana liderada por Chester Bennington y Mike Shinoda desembarcó por primera vez en suelo argentino y mostró toda su consistencia en poco más de hora y media que duró el concierto, en un Vélez que lo vivió de forma intensa pero no llegó a estar repleto, como en sus noches gloriosas de Luis Miguel.
Fue la primera presentación oficial desde la salida de su cuarto disco, justamente el que le da el nombre a la gira mundial, A Thousand Suns, por lo que hicieron 12 pistas de dicho álbum que está bañado en un pop británico sintéticamente electrónico. Sin embargo, también repasaron algunos de sus clásicos más enérgicos originados por un rapcore metálico, que hicieron temblar el José Amalfitani.
Se mostraron tan obsesivos como en sus placas, sin dejar ningún detalle librado al azar. Todos sus movimientos estaban planeados y cada integrante sabía adonde debía ubicarse en cada parte del escenario, según el tema que tocaban. Todos respetaron sus guiones a la perfección, sin salirse del libreto. La escenografía fue bien LP, con rampas por todos lados, sintetizador a cargo de Joe Hahn de un lado, enfrentado a la batería de Rob.
Musicalmente imponentes como en sus discos, si cualquiera cerraba los ojos y se relajaba era como si estaba en su casa escuchándolo desde los cds. Fueron escasos los segundos que el estadio quedó sin volumen, ya que siempre los sampleos de DJ Han se encargaban de agregar un sonido tenso que enganchase las interpretaciones.
Minutos antes de las nueve y medias, Vélez quedó a oscuras y comenzó a sonar The Réquiem, la intro de su último álbum, seguido por Wretches and Kings. A su finalización, retumbó la primera catarata de clásicos: Papercut, Given Up, New Divide y Faint.
A esos le siguieron Empty Spaces (otra de las tantas introducciones pre-pistas de A Thousand Suns), When They Come For Me (con Chester y el violero Phoenix tocando tambores), No More Sorrow, Jornada del Muerto, Waiting for The End (próximo corte de la banda), Wisdom Justice and Love, Iridescent (con Mike al piano) y Numb.
Luego llegó otra intro, en este caso The Radiance, que le abriría camino a Breaking the Habit (Bennington bajó hasta el público y jugó con él), Shadoy of the Day (con el cantante ya en cuero), Crawling (otro de los clásicos inesperados), Bleed It Out y One Step Closer, para irse a los bises con otro aluvión de hits.
Para la parte final del show quedaron Fallout, The Catalyst (corte actual), The Messenger (con Mike en guitarra acústica), In The End (se vino abajo Liniers) y finalmente cerraron con What I’ve Done.
Quedaron para el final el saludo y los exagerados besos que Chester le lanzaba a la gente sobre cada rincón del proscenio, aunque pese a esto se manejaron con gran distancia durante el concierto. Los Linkin Park debutaron en Argentina, con 25 canciones y cumplieron con creces.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)